Alguien ha metido el motor de una Suzuki Hayabusa a un microcoche eléctrico. Y casi no puede mantenerlo en línea recta

Alguien ha metido el motor de una Suzuki Hayabusa a un microcoche eléctrico. Y casi no puede mantenerlo en línea recta
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YouTube está plagado de curiosos inventos y anécdotas. Hay quienes tienen suficiente dinero como para invertir en invenciones de lo más bizarras, como por ejemplo fusionar el motor de una Suzuki Hayabusa con un Citicar, o un microcoche.

El trabajo de Vasily se resume muy bien en el nombre de su canal: "Vasily Build". Probablemente esta sea la más radical hasta la fecha. Es un cuatro cilindros de 1.300 centímetros cúbicos encerrado en el enano cuerpo de un microcoche. Es tan brutal que es incapaz de mantenerse en línea recta en la carretera.

De coche eléctrico a 190 CV de una Suzuki Hayabusa

Citicar o Comuta-Car es el nombre de ese pequeño aparato. Fue un coche eléctrico fabricado en los años '70 del siglo pasado. Todavía quedan algunos vivos, aunque han sobrevivido como coches de culto entre los coleccionistas por su extravagancia y funcionamiento que salta a la vista.

De hecho, bien podría ser un sacrilegio para la pequeña comunidad de coleccionistas lo que acaba de hacer Vasily: sustituir el motor eléctrico original por el tetracilíndrico de una Suzuki Hayabusa. Y corre que se las pela.

Vasily compró este pequeño aparato de cuatro ruedas en un estado impoluto y prácticamente original hace casi un año. A lo largo de 12 vídeos ha ido documentando el proceso de 'swap' o cambio de motor, hasta que en el último de ellos por fin le ha dado vida.

Son necesarias ciertas habilidades de mecánica y soldadura para meter el gigantesco motor de cuatro cilindros en línea y 1.300 centímetros cúbicos de la Hayabusa que en la moto es capaz de ponerse a 299 kilómetros por hora. Pero había un problema: no sonaba como una Hayabusa.

Vasily dio con la clave: había confundido la instalación de los inyectores, y solo dos de ellos funcionaban. De ahí que solo sonasen como un V-Twin a 180 grados. Un curioso aprendizaje que se solucionó favorablemente y que al final, dejaría un sonido espeluznante.

La tracción y retorcimiento del motor de la moto japonesa metido en ese pequeño aparato es embriagador. Tiene dificultad hasta para mantener la marcha en línea recta; porque sí, sacó el Citicar a la carretera. Lo de la legalidad ya para otro día.

Es simplemente puro espectáculo escuchar y ver al microcoche dando tumbos y acelerando en línea recta mientras resuena de fondo una Hayabusa de 190 CV. Extraño, pero satisfactorio.

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