Prueba de la KTM 690 Supermoto (1/4)

Prueba de la KTM 690 Supermoto (1/4)
2 comentarios

Hacía bastante tiempo que tenía ganas de echarle la mano a una KTM de supermotard. Las motos austriacas siempre habían llamado mi atención, y aunque el año pasado probé la 990 Supermoto, ahora quería algo más pequeño, más manejable, más divertido. La 690 Supermoto cumplía con todo lo que buscaba, así que decidí pedirla y casualmente había una unidad disponible para probar.

Después de quedarme un buen rato “babeando” ante la espectacular RC8 que tenían en la tienda, decidí dejar de soñar despierto y centrarme en lo que tenía delante, la 690 Supermoto. Lo primero que me llamó la atención fue la forma del faro delantero, que baja muy inclinado uniéndose con el guardabarros delantero y dándole un cierto aspecto de “patito naranja” a la moto. Enseguida se me va la vista a la otra parte llamativa, los dos escapes que salen casi verticales por la parte trasera. Éstos suben desde el motor monocilíndrico como si se tratase de un extractor de humos de una cocina, algo que penaliza bastante a la Supermoto estéticamente.

KTM 690 SMC

Me dejo de contemplaciones (nunca mejor dicho) y subo a la KTM. Lo primero que noto es que el asiento está bastante alto, concretamente a 880 milímetros del suelo, lo cual obliga a que me estire para llegar bien al suelo cada vez que paro en un semáforo. El manillar ancho y las estriberas situadas bastante atrás conforman una posición de conducción bastante cómoda, con los brazos abiertos y un poco “al ataque”. Esto me gusta. Pongo en marcha el monocilíndrico de 654 centímetros cúbicos, metro primera y salgo hacia la autovía que me llevará a Madrid, apenas 18 kilómetros. El motor responde de forma muy instantánea a los movimientos del acelerador, y para tratarse de un solo cilindro, me sorprende el par que ofrece desde abajo, aunque el máximo de 65 Nm lo ofrece a 6.500 revoluciones.

KTM 690 SMC

Salgo callejeando por el polígono industrial. Rotondas, cruces de 90 grados y ese tipo de curvas que ya incitan a abrir con ganas el acelerador y ver como los 63 caballos hacen que derrape esta supermotard. En la segunda rotonda decido darle un poco al puño derecho justo cuando estoy haciendo el cambio de pesos para enfilar la salida, e inmediatamente obtengo respuesta del motor, al mismo tiempo que siento como la moto se mueve de forma ágil y precisa, sin titubeos y siguiendo la trayectoria que le marco con el ancho manillar.

Continuará...

Temas
Comentarios cerrados
Inicio