KTM 990 Adventure, la prueba (3/4)

KTM 990 Adventure, la prueba (3/4)
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Tocaba poner rumbo a carreteras menos abiertas y más retorcidas. Antes de que me preguntéis, no he probado la KTM 990 Adventure fuera de asfalto. Mi relación con el terreno de color marrón se limita a pisarlo cuando me paso de frenada en circuito. De momento, dejémoslo como asignatura pendiente a excepción de esta pequeña incursión.

Un recorrido de curvas muy cerrada y un par de ascensiones a pequeños puertos, pero antes había que repostar. Se echa de menos en la moto un indicador de nivel del depósito, ya que estando fabricada para meterse en medio de la nada, puede acarrearte problemas si no controlas muy bien el consumo. Llené el depósito, de casi veinte litros de capacidad, y verifiqué un consumo de 6 litros a ritmo medio. Muy contenido para a potencia y dimensiones de la moto austriaca.

Que no, que no me olvido de los dos tapones. KTM incorpora este detalle pensando en el off-road. Está construido de manera independiente izquierda-derecha, y unidos entre si, de tal manera que en caso de caída y rotura de uno de los dos, podemos cerrar la salida de gasolina de ese tanque y quedarnos con el otro en perfectas condiciones. El problema viene que necesariamente hay que llenar los depósitos por las dos bocas, ya que si sólo lo haces por uno, repostarás la mitad y además tardarán aproximadamente una hora en igualar los niveles. No es demasiado práctico pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras por ello.

KTM 990 Adventure

Entre curvas

Aquí si que se comporta como pez en el agua. Comparada con motos más asfáltica, se desenvuelve un poco peor. La llanta delantera crea bastantes inercias y necesariamente hay que soltar los frenos antes de meter la moto en la curva, para evitar que se vuelva torpe. Una vez acostumbrado, sorprende la agilidad con la que se puede cambiar de un lado al otro.

El freno trasero junto con el ABS te permiten entrar apurando hasta la cocina. Además, es muy recomendable apoyarse en él para la frenada, evitando cambios bruscos en la geometría de la moto. Ya en el vértice, podemos acelerar y la moto sale con muchísima fuerza, traccionando perfectamente y sin que los neumáticos mixtos se quejen en ningún momento. Es un poco brusca abriendo gas desde cerrado, por lo que deberemos dejar el puño un poco abierto en la curva para evitar golpes incómodos en la transmisión que nos pueden crear pequeños problemas de estabilidad a la salida de las curvas.

En curvas muy lentas, notaba una pequeña tendencia a caerse hacia dentro en los virajes, pero me temo que estaba empeñado en acompañar la moto con el cuerpo, como si se tratase de una moto más deportiva. Más tarde, utilizando una técnica más campera o tipo supermotard en la conducción, observé que esta inercia desaparecía.

Si dejamos las horquillas a un lado y buscamos curvas un poco menos retorcidas, la Adventure es muy estable. Sus suspensiones aguantan perfectamente y los frenos tienen la potencia necesaria para detener la moto con garantías.

KTM 990 Adventure

Pasajero

El acompañante viaja muy cómodo. Apenas notará el viento mientras que la postura de las piernas es casi perfecta, con una doblez muy cercana a los 90 grados en las rodillas. Dispone de dos asas a los lados para agarrarse y gomas en los estribos para filtrar las vibraciones. La suspensión trasera tiene mando remoto para modificar la pregarga.

De estas vibraciones fue lo que más se quejó el pasajero. No eran continuas, pero si rodando en torno a ochenta por hora en sexta. Algo parecido notaba yo en las manos, y despues de probar a varios regímenes de giro y velocidades, lo achaco a los tacos de las ruedas. Por encima y por debajo las vibraciones desaparecían completamente, aunque tampoco llegaban a ser del todo molestas.

Llegamos al final de nuestro recorrido, así que es hora de sentarse a recapacitar y sacar algunas conclusiones.

En Moto22 | KTM 990 Adventure, la prueba (1/4), (2/4)

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