Ducati Streetfighter 848, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Ducati Streetfighter 848, prueba (conducción en ciudad y carretera)
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Ayer os contaba todo lo que pude sobre el aspecto estático de la Ducati Streetfighter 848, seguro que me dejé muchas cosas en el tintero pero intentaré solucionar todas las lagunas a medida que la vayamos analizando. Hoy toca subirnos a lomos de esta joven italiana y empezaremos por el primer contacto a sus mandos así que nos apoyamos en el manillar, levantamos una pierna, la pasamos por encima y con facilidad para mi corta estatura ya estamos montados en este pequeño caballo de hierro, el asiento está a una altura de 840 milímetros y puedo llegar con los dos pies al suelo, aunque no apoyando toda la suela, evidentemente, eso significaría que el estirón me ha venido tarde.

Ducati Streetfighter 848: turno de los preliminares

Ducati Streetfighter 848

La primera impresión encima de ella es la de compacidad, parece muy corta al tener nuestra nariz encima de la rueda delantera, como si no tuviéramos nada por delante de nuestras manos. El estrecho chasis refuerza esta impresión, el motor no sobresale por ninguna parte y no hay que abrir las piernas como cuando nos espatarramos en el sofá. También, como ayer comentaba, las manos se sitúan muy juntas, no parece que sea un manillar ancho y las puntas no están planas, sino inclinadas. Evidentemente no es la posición extrema de unos semimanillares deportivos, pero tampoco es la posición de una naked de corte utilitario.

Las piñas de mandos son las propias de la última generación de botoneras usadas en Ducati, y la diferencia principal con las anteriores es que son las que nos van a permitir navegar por los amplios menús de ajustes que incluye la electrónica, pero el botón que ahora mismo nos interesa es el de arranque. Éste es un botón de funcionamiento denominado "gatillo", podemos bloquear el botón de arranque desplazando hacia abajo y sobre éste el que impide la puesta en marcha.

Ducati Streetfighter 848

Arrancamos el motor tras un par de giros del cigüeñal y el bicilíndrico cobra vida con dos sonidos característicos. El primero es el innegable sonido del motor Ducati Testastretta, un sonido ronco que nos regalan sus escapes y complace con sólo prestarle atención, y el otro es el del embrague, que aunque no sea en seco sino en baño de aceite, tiene un ligero traqueteo como si nos animase con un solo de castañuelas.

Bueno, pues si ella quiere no la vamos a hacer el feo, vamos a bailar un rato. Embragamos, metemos primera con un generoso clonk, bajamos de la acera aprovechando la altura libre al suelo disponible y empezamos a circular. Los primeros metros de recorrido los pasamos tanteando radios de giro, tacto del motor, cómo frena y un par de minutos después sólo pensamos en poder ver qué tipo de alegrías nos ofrece. Pero antes tendremos que circular un rato entre semáforos y allí veremos que aunque la bomba de embrague Brembo es radial como la de freno, el funcionamiento hidráulico puede fatigar el antebrazo izquierdo si pasamos demasiado tiempo dentro de la ciudad.

Ducati Streetfighter 848: comienza lo divertido

Ducati Streetfighter 848

Entre los coches se desenvuelve con una soltura espléndida por lo ajustado de su anchura, y los restrovisores no molestan a penas. No sobresalen para bien ni para mal, porque tendremos que flexionar los codos para ver con eficacia lo que tenemos detrás, algo ya habitual en las motos de corte deportivo modernas.

Circulando despacio por las calles y avenidas se hace incómodo un bache de potencia situado entre 3.000 y 3.500 revoluciones y habrá que tirar de la maneta de embrague más de lo que deseasemos. Por suerte, el concesionario está a pocos metros de las vías de escape de la urbe así que el aburrimiento no durará mucho.

Encaramos los tramos despejados que nos ofrece el tráfico madrileño en las salidas de la capital a media mañana y el motor empuja con mucha fuerza desde bajo régimen, la contundencia de su poderoso bicilíndrico nos saca airosos de cualquier adelantamiento en cuestión de segundos gracias a una gama de medios que te patea en los riñones y te propulsa con rapidez pero sin asustar.

Ducati Streetfighter 848

Buscamos un hueco en nuestra agenda, nos ponemos toda la indumentaria correspondiente y nuestras pertenencias las relegamos a una riñonera, porque no hay hueco para guardar nada. Pensé que bajo el asiento del pasajero habría un buen lugar donde meter la cartera y demás al discurrir los escapes por el lateral, pero no, lo único que me encontré fue la carpeta con la documentación de la moto y la toma para el DDA, nada más.

Las mismas suspensiones que en ciudad nos transmitían las irregularidades con total precisión hasta nuestras extremidades, sobre todo un tramo adoquinado que a diario me toca cruzar, en carretera abierta se tornan en una precisión excelente. El archiconocido tramo madrileño de subida al Puerto de la Cruz Verde y las carreteras de la zona son su coto privado de caza y donde disfrutaremos con más intensidad de sus aptitudes deportivas.

La manejabilidad sobre su manillar plano es excelente, danza de un lado a otro con total rapidez y, aunque quizá una llanta trasera de media pulgada menos reforzaría su manejabilidad, la configuración que han conseguido con la parte ciclo es una delicia en curvas de buen firme.

Ducati Streetfighter 848: ...¡y acción!

Ducati Streetfighter 848

Vamos a analizar la curva en las tres etapas que la componen. En la primera de ellas, cuando estamos llegando a una curva y nos toca tirar de frenos, al principio tenía que hacer mucha fuerza sobre la maneta, pero se solucionó ajustando la distancia a una más próxima (ambas manetas Brembo son regulables). No obstante tuve la impresión de que cuando llegaba a las curvas la inercia generada por el conjunto oponía más resistencia a la deceleración que la 848 Evo.

También puede ser debido a las nuevas geometrías, pero no hay que llevarse las manos a la cabeza y hacer montaña de un grano de arena, porque no es precisamente un hierro. La solución es bien fácil, o jugamos con los pies sobre las estriberas o hacemos más palanca sobre el manillar, al final termina entrando ella solita a la curva.

Una vez soltamos los frenos toca el atacar la curva hasta el ápice y cuando nos centramos en girar en redondo, siempre y cuando el firme esté en condiciones, no se moverá ni un ápice de la trazada elegida. Se suele recurrir a decir que los chasis de Ducati son tiralíneas, en esta Ducati Streetfighter 848 no es ninguna excepción, con una contrapartida, a lo mejor es por el tarado excesivamente duro de las suspensiones pero cuando encontramos baches o juntas de dilatación la moto se menea y la dan ganas de recuperar la verticalidad.

Ducati Streetfighter 848

Aún manteniendo la inclinación, cuando llega el momento de dar ese punto de gas que nos comience a sacar de la curva, hay que tener cuidado porque el tacto inicial es un tanto brusco. La entrada de la potencia tiene un punto de salvaje al primer golpe, por lo que es mejor que tengamos muy claro lo que queremos hacer no vayamos a tener un susto. Aunque es más un problema de incomodidad que de seguridad, porque si nos pasamos con el mando del gas tendremos el control de tracción para cubrirnos las espaldas. Y qué carajo, ¿lo divertidas que son las motos con carácter, qué?.

Todo esto es adoptando una postura muy quisquillosa, porque desde un punto de vista subjetivo esta Ducati Streetfighter 848 es una de las motos con las que más me he divertido en una zona de curvas y cuando llegas a casa después de haber estado haciendo un tramo sólo piensas en cuándo volver a reunirte con tus compañeros para lucir a la rubia. Mañana nos vamos a hacer kilómetros y a ver qué tal se porta con el pasajero.

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