En moto por el Oeste Norteamericano (15): Momento de pánico en la autopista

En moto por el Oeste Norteamericano (15): Momento de pánico en la autopista
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El plan para ese lunes era aprovechar la mañana para conocer algo más algunas partes de Los Angeles, y partir hacia el mediodía en dirección a San Francisco por la costa, Big Sur. A estas alturas de viaje ya empezábamos a notar las apreturas de nuestro calendario imposible de viaje.

En realidad, este es un viaje para dedicarle un mínimo de 20 días aunque nosotros los comprimimos en 13 intensos días. Un error. Bueno, más que un error fue una condición de partida. El viaje se planeó al revés de lo usual: empezamos por el billete de avión, y después nos decidimos por utilizar la moto. A partir de ahí, un proceso de negociación respecto a los puntos imprescindibles a visitar. Finalmente, decidimos hacer noche en Las Vegas (que yo quería rodearla) y visitar Grand Canyon (me resistía porqué era un día dedicado al tema).

Además, hay que tener en cuenta la incidencia al llegar a San Francisco con la maleta extraviada que prácticamente nos hizo perder otro día. O sea, que no había margen para recuperar algún potencial retraso durante el viaje. Estuvimos un par de veces a punto de tener que parar por el frío, lo cual nos hubiera trastocado los planes. Evidentemente, se ha tratado de un viaje para descubrir la zona y recorrerla en la moto en el que no nos podíamos entretener a disfrutar demasiado de ningún Parque Nacional, por ejemplo. Ya estamos soñando con una próxima segunda parte (sin fecha…).

Pero era las fechas que teníamos y de verdad que lo disfrutamos a tope. A Carme le hacía ilusión visitar algún gran estudio cinematográfico en Los Angeles, pero parecía difícil poder hacerlo con el tiempo tan justo. Pero a veces, por casualidad, suena la flauta.

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Al despertarnos el lunes estaba diluviando. Llovía intensamente y de manera continuada. No parecía una nube pasajera. Pero era temprano y no le dimos mayor importancia. Al volver de desayunar, ya empezamos a preocuparnos. Seguía lloviendo de una manera que no tenía sentido salir en moto. Al menos, yo tenía el nuevo Ipad para pasar el tiempo descubriéndolo. Al poner el código postal, en el Weather Channel pronosticaban lluvia intensa hasta las 10.37 horas y luego sol. Increíblemente, a las 10.35 horas paró de llover y cinco minutos más tarde lucía un sol radiante. ¡Eso son previsiones exactas!. La fuerte lluvia no le sentó demasiado bien al sistema eléctrico de la Harley que empezó a tontear con los testigos luminosos.

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La tarde anterior habíamos dado una vuelta por Hollywood y nos habíamos acercado al Paseo de las Estrellas. En plan mitómano buscamos la mejor foto posible del cartel de Hollywood y luego recorrimos los entornos del Kodak Theatre donde se entregan los Oscar. A pesar del sabor a cartón-piedra, la verdad es que me pareció bastante más curioso de lo que esperaba y no se me hizo pesado. Comimos en la terraza de una pizzeria pija en Beverly Hills, y me lo pase en grande viendo los coches que usa la gente por acá: además de los clásicos Hummers y deportivos modernos, pasó por delante una gran cantidad de coches clásicos. Buen gusto.

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Tras la lluvia hicimos un pacto con Carme: nos acercaríamos a los estudios de la Warner Bros y nos quedaríamos únicamente si habían entradas para el tour inmediato. Y quedaban. Dedicamos tres o cuatro horas a un recorrido por los enormes estudios de la Warner Bros.

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La verdad es que son impresionantes. Te suben en unos cochecitos eléctricos con capacidad para una docena de personas, y con un guía que parecía sacado de una película de Walt Disney (de hecho, hablaba como el Pato Donald) nos lanzamos a descubrir las entrañas de la Warner Bros.

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En los exteriores, tienen calles que podrían ser de cualquier ciudad norteamericana. Retocan los letreros, pintan los edificios, cambian las puertas… y ya estamos en otra película diferente. Cuando te recita la lista de películas y series que se han rodado en cada ubicación te quedas alelado: realmente somos muy fáciles de engañar. Además de las calles, en los exteriores también hay una casa de campo, un lago, un tramo de carretera,... El recinto es inmenso.

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Luego pasamos a los talleres. Igualmente enormes, hay talleres de vehículos, carpintería, metalistería, sastrería,... Parecen capaces de hacerse casi cualquier cosa que puedan necesitar en un rodaje. Y para conseguirlo, los almacenes de attrezzo donde se agolpa mobiliario y decoración de casi cualquier cosa que puedas imaginar.

Dentro del recinto tienen varios museos. Uno que me encantó en el que tienen vehículos que han participado en algunas películas. La mayoría son automóviles, pero hay varias motos, entre las que destacaban la Ducati que se utilizó en Matrix y la Batpod.

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Finalmente, los más de 50 estudios de grabación con los decorados estables para las series y los que se preparan para las películas. En definitiva, auténtico sabor de cine en Los Angeles.

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Ya era primera hora de la tarde, y salimos directamente de los estudios en dirección a la costa norte. Como a la entrada de Los Angeles, entramos en la red de autopistas de la ciudad, aunque esta vez era hora punta y el tráfico era muy intenso. De todos modos, se circulaba ligero, todos los carriles a 65-70 millas por hora.

De pronto, se enciende un testigo luminoso en la Harley. ¡La llave del inmovilizador!. Recordad que en la Harley la llave se lleva en el bolsillo y la moto la detecta por proximidad. Momento de pánico. Imaginaros la escena: una autopista de cinco carriles con tráfico intenso y se enciende la luz del inmovilizador.

Lo primero que me viene a la cabeza es: ¿Se me habrá caído la llave del bolsillo?. Me maldigo: ¡Pero como puedo ser tan inútil de perder la llave de la moto en marcha!!!!...

¿Y ahora qué? Intentó cruzar los carriles de la autopista para detenerme a la derecha, pero el tramo recorrido desde que se encendió la luz es muy largo. Además, ¿como voy a poder encontrar la llave en el asfalto?. Y aunque la encontrara, ¿Como se hace para cruzar un río infinito de coches a 70 millas por hora?... ¿Y si pruebo a no parar el motor hasta San Francisco? fue otra idea loca que se me ocurrió...

Desolado, detengo la moto en el arcén maldiciendo mi suerte....

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